13 ene 2008

Las benditas lágrimas de Hillary Clinton



Debo confesar que por primera vez en mi vida estoy absolutamente enganchada con las elecciones en EEUU. Influye, cómo no, además de la sana curiosidad de saber quién va a ser el/a sucesor del incombustible y primitivo señor Bush, lo jamás visto: que el/la futuro/a candidato/a demócrata y posible presidente/a de los Estados Unidos de América puede ser una mujer o un hombre negro.
Es un pequeño gran apunte de la gran transformación que necesita el país más poderoso de la Tierra para no sucumbir en una meteórica decadencia.
Y una sabrosa noticia de repercusiones insospechadas (¿o no?).
Bueno, me parece sensacional lo del señor Obama, simpático y guapetón como él solo, aunque me parece una taza más del American Way of life, hombre que se hace a sí mismo y que no se convierte en un desalmado hombre de negocios, sino en un político responsable y que además tiene una familia encantadora que recuerda a la versión café con leche de la Kennedy.
No es que Hillary Clinton me caiga excesivamente bien, ese es el problema que tiene Hillary, que no cae bien, a los hombres me imagino que les dará miedo, las mujeres o le tendrán envidia o se sentirán a años luz de ella.
Pero es de trascendental importancia que gane porque es la primera mujer candidata a la presidencia de EEUU y eso puede cambiar el mundo. Sí, es cierto que ha habido otras mujeres dirigentes y que últimamente me atrevo a decir que está hasta de moda en Latinoamérica tener presidenta, pero, no nos engañemos, EEUU es EEUU y todos los demás países privilegiados copiamos hasta el papel higiénico de los estadounidenses.
Puede derivar en una sana revolución femenina. Puede impulsar que las europeas se sumen al carro. Puede cambiar el rumbo del mundo, las formas de gobierno, los métodos, las prioridades... Pueden empezar a dirigir el mundo las mujeres y cumplirse las profecías del retorno de la Diosa y del matriarcado.
Nada menos.
Que el inicio de esta revolución esté en la lotería Hillary me genera sentimientos contradictorios. Ella no es lo que se dice mi ideal de militante feminista. Es una cornuda consentida, lo que no me inspira mucha confianza, teniendo un marido tan resultón que además de cuando en cuando le salva las castañas del fuego, sobre su fortaleza a la hora de resistírsele. (O será que hicieron un pacto de mutua ayuda: yo me olvido de la Lewinsky ahora y tú me ayudas a ser la próxima presidenta del país... ) El caso es que una de las centenares de veces que le preguntaron sobre los cuernos de su díscolo y encantador esposo contestó muy flemática: "Hay peores cosas que la infidelidad", al más puro estilo de las sacrificadas damas de hierro del sur.
Aparenta ser fría, metódica, oportunista, controladora y ambiciosa, pero eso mismo han dicho de muchas mujeres poderosas y no era más que misoginia pura y dura. Como detrás de toda gran mujer hay siempre otra mujer, su jefa de campaña, la mexicana Patty Solís, dice de ella sin embargo, que es una mujer excelente, muy simpática y muy humana: "Ella estuvo presente en mi boda, me visitó al hospital cuando nacieron mis hijos, y llamó a mi madre para darle apoyo cuando [hace ocho años] mi padre estaba muriendo... Eso dice la clase de persona que es ella". Patty se ha tomado como cruzada personal que su amiga Hyllary sea la próxima presidenta y para ello está convenciendo a las mujeres de la comunidad latina. Con lo que la blanca abogada de clase alta tiene casi asegurado el voto de la comunidad hispana, que ya sabemos cómo las gastan las mujeres latinas (bueno, yo lo sé, que mi mujer es colombiana y la más dulce de las mujeres, pero cuando se pone algo entre ceja y ceja, no ceja).
Pero bien mirado, pese a que Hillary no sea la heroína que yo quisiera para liderar el poder femenino mundial, ¿hay otra mejor que ella en el panorama?

Tiene, como mujer luchadora, muchos puntos a favor. Fue la primera mujer senadora por Nueva York y la más joven en conseguirlo en la historia de su país. Está entre los cien abogados más influyentes de EEUU y ninguna primera dama había sido una profesional como ella (además de ser abogada, hizo un posgrado en Ciencias Políticas); por sexto año consecutivo ha resultado elegida como la mujer más admirada del año.
Le sacó punta a las infidelidades de su marido escribiendo su autobiografía (Living history), transformándose de cornuda en heroína, aunque circulan otras dos réplicas de su vida desde otro punto de vista, una nada menos que del reputado premio Pulitzer y autor de la caída de un presidente norteamericano, Carl Watergate Bernstein, A Woman in Charge. The Life of Hillary Rodham Clinton. (Una mujer en el poder. La vida de Hillary Rodham Clinton); la otra, Her Way: The Hopes and Ambitions of Hillary Rodham Clinton (Su camino: esperanzas y ambiciones de Hillary Rodham Clinton), de los periodistas de investigación en nómina del The New York Times Jeff Perth y Don Van Natta. En ellas no sale precisamente muy bien parada, dibujada como una ególatra, moralista y obsesionada con el secretismo.
Bueno, si la muchacha da para tres libros no será tan aburrida y previsible como la pintan.
Su labor profesional también es encomiable. Si hay que fiarse de internet, ha estado siempre ocupada en niños, jóvenes y mujeres, que son al fin y al cabo, las preocupaciones de cualquier mujer. Pero está demasiado al centro de lo políticamente incorrecto y yo tampoco le perdono que votara a favor de la intervención en Irak. Aquí sí que no hay excusas, o estás contra la guerra o estás a favor, no de esta sí, pero de aquella no... cualquier guerra es la Guerra.
Antes del inicio de la campaña, era la favorita. Tanto que se lo creyó y apareció en escena fuerte, segura de sí misma, triunfadora... Y se llevó el chasco de Iowa (el 70% de las mujeres votaron a Obama). No sé si le aconsejaron cambiar de estrategia o le salió del alma, pero toda la prensa coincide en señalar lo importante que fue para el giro inesperado de New Hampshire el cambio de actitud: apareció una mujer emocionada, llorando de pura desilusión por lo que para ella sería una derrota muy personal ( "Esto es algo muy personal para mí, no es algo político ni es únicamente público") y hasta un poco demasiado klinex rosa. Y ahí creo yo que se ganó a unas cuantas mujeres, luchadoras y con hijos que saben del poder de las lágrimas y las emociones.
En todo caso, a buena estratega no la gana nadie, algo que me tranquiliza muchísimo porque hay que estar versada en el arte de improvisar para llevar un país, que no es más que una versión gigante de una casa. También parece ser que "escuchó las enfáticas sugerencias de sus asesores, que le pedían mostrar más de su personalidad, y buscar activamente el respaldo de los votantes en lugar de transmitir una sensación implícita de tener derecho a su apoyo").
A mí sinceramente me cae mejor Obama, pero no deja de ser un hombre. Sus palabras podrían casar perfectamente con la causa de las mujeres:

“Cuando hemos enfrentado dificultades, cuando nos han dicho que no estamos listos, o que no deberíamos intentarlo, o que no podemos, varias generaciones de americanos han respondido con un credo simple que resume el espíritu del pueblo: Sí podemos.

Si Hillary dijera cosas como esas... Si la tuviera delante le diría, chica, despéinate un poco, ponte unos vaqueros, recuerda un poco más la historia de las mujeres, todo lo que hemos pasado, lo que hemos conseguido, lo poco que nos falta para dar el salto a la responsabilidad y lo mucho que lo estamos demorando. Porque poder, podemos y nadie nadie sabe eso como tú Hillary.

Eso sí, que quede claro que si fuera estadounidense (las diosas nos lo permitan) votaría a Hillary Clinton.

Hillary de casacanueces










Datos:

http://www.univision.com/content/channel.jhtml?secid=214



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