1 ago 2007

¿Educación en la diversidad?

Todas las noticias que está protagonizando la comunidad LGTB española en estos últimos días (jueces insurrectos, agresiones en varias comunidades autónomas), no hacen sino entristecerme y hacerme encoger los hombros en un gesto amargo de fastidio que más o menos quiere expresar "esto ya lo sabía yo". Porque, pasada la prima euforia de la aprobación del matrimonio y extinto el perfume embriagador de todos los ramos de flores internacionales sobre la innovadora y progresista postura del ejecutivo español en materia de igualdad y derechos de las personas LGTB... con todo el dolor de mi corazón no tengo más que refutar lo que ya hemos dicho y redicho desde la militancia toooooooodos los colectivos LGTB de este país: que los avances legales son importantes pero queda mucho camino en cuanto a la igualdad social.
Porque si las/os ciudadanas/os de a pie, en su ajustada mayoría, están verbalmente de acuerdo en que nos casemos y en que adoptemos y en que tengamos una vida "normal", en sus actos, muchas/os de ellas/os demuestran que seguimos siendo los bichos raros contra los que descargar sus inseguridades y sus traumas represivos. Y esos elementos no son gente ignorante o inculta, a quien puede resultarle difícil entender los conceptos básicos de la libertad democrática. Son nada menos que trabajadores de la jurisprudencia y jóvenes educados desde hace dos generaciones en la democracia, pero que sin embargo no dudan en privar de sus derechos a ciudadan@s español@s pervirtiendo los juramentos constitucionales que emitieron al ser nombrados juces y juezas los primeros, y en agredir con odio irracional a otros jóvenes de su misma generación que disfrutan tranquilamente de la libertad por la que lucharon sus padres y abuelos.
Así que, a todos los que dentro de la comunidad LGTB se creen que la militancia ya no tiene razón de ser y se aburren soberanamente con nuestros llamamientos a trabajar intesamente por nuestros derechos, interesándose únicamente por las kedadas, las fiestas, las excursiones al orgullo y las acampadas de verano para conocer ligues nuevos, les digo:

¡Más vale que abráis los ojos a la realidad, no sea que nuestros derechos se vayan por el desague de la intolerancia o mueran en alguna sala de urgencias porque algún neonazi trasnochado les ha roto en la cabeza una bandera del arco iris!
Meterse en otro armario, esta vez de apatía y de noches locas, no va a yudar mucho a mentalizar a nuestra sociedad de la realidad incuestionable de la diversidad sexual.

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